Sin embargo, como padres, nos ha llegado a invadir esta duda, pues llegamos a observar dificultades en el desempeño de nuestros pequeños, y nos parece increíble que nuestros hijos e hijas se muestren tan capaces y dispuestos ante algunas cosas y que se muestren reacios a realizar algunas otras. Incluso llega a ocurrir que, a nuestros ojos, realizan con facilidad y gusto cosas mucho más difíciles que aquellas en las que observamos problemas.

Para dar respuesta a esta duda que escuchamos constantemente en consulta: ¿no puede, o no quiere? Debemos comprender que el desarrollo infantil es un fenómeno sumamente complejo en donde inciden aspectos tan diversos como el tipo de crianza, la nutrición, la exposición cultural y de interacción, hasta aspectos que parecen difusos como la carga genética y la construcción neuropsicológica única en cada individuo.

Por esta razón, la primera recomendación que podríamos brindar para este discernimiento sería realizar distintos intentos de la acción ante la que los pequeños presentan dificultades. Estos intentos deben incluir variaciones, por ejemplo:

“Modificar el tiempo y el ritmo de realización; alternar y reducir el número de elementos que estén involucrados; identificar otras actividades similares que sean capaces de realizar y tomarlas como punto de partida, o modelo para afrontar esta acción; dividir la actividad en tareas más pequeñas o en los elementos que la compongan.

Es fundamental ser sistemáticos en estos intentos y que al realizarlos nuestro estado emocional sea cálido y empático con los pequeños para evitar que haya alteraciones en su desempeño causado por el estrés emocional que les pueda generar el no sentirse capaces.

Si estos intentos no funcionan, podríamos orientar la respuesta a que la dificultad es real y partiendo de la duda inicial, inclinarnos a que en estos momentos y en este estado de desarrollo, el pequeño no puede o dicho de mejor manera, aún no está listo para esa tarea. Sin embargo, no podemos quedarnos ahí. Debemos indagar qué acciones son necesarias para ayudarles a desarrollar los aspectos que hagan falta.

Por otro lado, es esencial que se haya sido sistemático, pues en estos intentos diferenciados que se realizaron puede estar la clave para entender por qué en ocasiones sí puede y en otras parece que no quiere. Es usual que los pequeños recurran al rechazo como un reflejo para evitar afrontar cosas que les generan incomodidad y frustración. Por esta razón es importante tener claro cuáles son los elementos que les atraen y cuáles son los elementos que prefieren evitar.

Es así como desde nuestra perspectiva, tanto si no puede como si no quiere, el aspecto que es esencial delimitar es el por qué. ¿Por qué no puede? o ¿por qué no quiere? Pues de acuerdo a esta respuesta se pueden elegir las acciones de intervención e incluso el tipo de interacción que sean pertinentes para ayudar a los pequeños en sus diferencias individuales y a atender sus características particulares de desarrollo.

En @centrotakumi contamos con especialistas certificados por The International Council for Development and Learning (ICDL, DIR-FLOORTIME, Greenspan), por The International Institute for the Enhancement of Learning Potential (ICELP, PEI, Feuerstein) y por THE COLLABORATIVE FOR LEADERSHIP IN AYRES SENSORY INTEGRATION (CLASI, Integración Sensorial, Ayres) quienes podrán ayudarle a dar respuesta a esta y otras dudas que puedan surgir en torno al desarrollo de sus pequeños.